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ESPACIOS PROTEGIDOS RED NATURA 2000 Zonas de Especial Proteccion para las Aves (Directiva Aves) Canarias

Tamadaba ESPACIOS PROTEGIDOS RED NATURA 2000 Zonas de Especial Proteccion para las Aves (Directiva Aves)

Categoría UICN: No aplica
Código del lugar: ES0000346
Ámbito geográfico Ámbito Año de declaración Superficie oficial
Canarias
Terrestre 2006 8.553,55 ha

Descripción

Amplio Espacio Natural situado en el Noroeste de la isla de Gran Canaria, que abarca el macizo formado por las montañas de Tirma, Altavista y Tamadaba, asi como una franja costera. La zona se caracteriza por inviernos fríos, en relacion con las temperaturas medis de Canarias, y veranos secos y soleados, el total pluviométrico está en torno a los 700 mm. El Macizo de Tamadaba se formó por acumulaciones del primer ciclo eruptivo de la isla, se trata de basaltos antiguos, miocénicos, cubiertos por materiales del complejo traquisienítico. El espcio posee una enorme riqueza florística destacando las formaciones de pinar húmedo y la vegetación rupicola.

En el área de pinar (Pinus canariensis), aparecen matorrales en los que podemos encontar Cistus simphytifolius, Asphodelus microcarpus, Lotus spartioides, Micromeria pineolens, Ixoplexis isabelliana, etc. El parque ocupa un amplio sector del noroeste de la isla, que por sus características constituye un macizo aislado formado por materiales antiguos profusamente atravesados por una densa malla de diques. El macizo está formado por la montañas de Tirma, Altavista y Tamadaba. En la costa la erosión ha labrado grandes acantilados como el del Andén Verde, uno de los mayores de la isla, y peculiares formaciones como el Dedo de Dios.

También incluye zonas más modernas, como punta de Arenas, donde hay interesantes depósitos dunares cuaternarios, de carácter relíctico. Las zonas más altas al norte del parque natural, sobre los 1.000 m, están ocupadas por un magnífico pinar que se extiende por todo el macizo de Tamadaba y parte de Altavista, hasta los acantilados de Guayedra y Faneque. Sus cotas inferiores están definidas por abigarrados jarales que evidencia el antiguo límite del pinar. En las zonas medias y bajas abundan los cardones, que más cerca de la costas ceden dominancia a las tabaibas (Euphorbia balsamifera) y las toldas (Eurphorbia aphylla).

En algunos sectores concretos cerca de Guayedra hay también almácigos (Pistacia atlantica) y otras formaciones propias de bosques termófilos, y en el cauce de los barrancos perviven bosquetes de palmeras (Phoenix canariensis) y tarajales (Tamarix canariensis). Aquí se encuentra también el cedro canario (Juniperus cedrus), siendo uno de los pocos lugares de la isla donde se conoce. La flora rupícola presenta en este espacio una excelente representación con abundantes endemismos, sobre todo en los riscos de Guayedra y los acantilados del Andén Verde donde se refugia una docena de endemismos locales. Entre las muchas especies de la flora amenazada que se conocen de este lugar destacan varias exclusivas de Gran Canaria y que se consideran en peligro, dadas sus reparticiones en zonas muy concretas, como la magarza (Argyranthemum lidii) cerca del Andén Verde, la lengua de pájaro (Globularia ascanii bystropogophyllum) en los riscos del Pinar, o la hija de don Enrique (Sventenia bupleroides), en Guayedra y Faneque, entre otras. En el pinar de Tambada sobresalen dos especies de aves endémicas de gran relevancia, el pinzón azul de Gran Canaria (Fringilla teydea polatzeki) y el picapinos (Dendrocopos major thanneri), que tienen aquí poblaciones en buen estado de conservación. Dentro de este espacio se ubica la población de El Risco, en torno al cual se concentran terrenos agrícolas donde se cultivan plátanos, tomates y aguacates.

Puntualmente hay también cultivos de frutales cerca de Tirma y bajo El Saucillo. Quizá el uso más intenso que ha sufrido esta comarca es el de la ganadería, que todavía persiste, a pesar de haberse reducido considerablemente. Todo el parque está atravesado en su parte occidental por la carretera de San Nicolás-Agaete. El área de la ampliación tiene características similares a las de la superficie actualmente protegida.

Esta ZEPA ocupa un amplio sector del noroeste de la isla, que por sus características constituye un macizo aislado formado por materiales antiguos profusamente atravesados por una densa malla de diques. El macizo está formado por las montañas de Tirma, Altavista y Tamadaba. En la costa, la erosión ha labrado grandes acantilados como el del Andén Verde, uno de los mayores de la isla, y peculiares formaciones como el Dedo de Dios.

También incluye zonas más modernas, como punta de Arenas, donde hay interesantes depósitos dunares cuaternarios, de carácter relíctico. La red de barrancos, escarpes y macizos de esta zona configuran un paisaje erosivo de contrates y gran belleza, donde se pueden identificar elementos naturales de notable interés geomorfológico. Aparte de ello, en Tamadaba se encuentra uno de los pinares naturales mejor conservados de la isla, de notable eficacia en la captación hidrológica, como atestigua la presencia de varias presas artificiales en su entorno. Las zonas más altas, al norte, sobre los 1.000 m, están ocupadas por un magnífico pinar que se extiende por todo el macizo de Tamadaba y parte de Altavista, hasta los acantilados de Guayedra y Faneque.

Sus cotas inferiores están definidas por abigarrados jarales que evidencian el antiguo límite del pinar. En las zonas medias y bajas abundan los cardones, que más cerca de las costas ceden dominancia a las tabaibas (Euphorbia balsamifera) y las toldas (Eurphorbia aphylla). En algunos sectores concretos, cerca de Guayedra, hay también almácigos (Pistacia atlantica) y otras formaciones propias de bosques termófilos, y en el cauce de los barrancos perviven bosquetes de palmeras (Phoenix canariensis) y tarajales (Tamarix canariensis).

Aquí se encuentra también el cedro canario (Juniperus cedrus), siendo uno de los pocos lugares de la isla donde se conoce. La flora rupícola aparece bien representada en el área, mostrando abundantes endemismos, sobre todo en los riscos de Guayedra y los acantilados del Andén Verde, donde se refugia una docena de endemismos locales..

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