El estudio realizado lo ha sido a partir de los datos obtenidos entre enero de 1999 y junio de 2002, de accidentes causados por animales de caza en Castilla y León. El total de accidentes fue de 5.500 (unos 1.500 accidentes/año).
Las especies mas implicadas fueron el jabalí, que causó el 51,22% de los accidentes totales, el corzo, que causó otro 38,82% y el ciervo, con un 9,56% de accidentes del total. Las otras dos especies implicadas en accidentes, aunque en escaso número, fueron el lobo y la cabra montés.
Se aprecia una gran incidencia estacional (los períodos de mas accidentes son el final de la primavera y el verano-otoño), así como unas horas en las que se producen la mayoría de accidentes, que son el atardecer y el amanecer, escaseando en las horas centrales de la noche y el día. Sin embargo existen singularidades de cada una de las especies en cuanto a épocas, sobre todo, y también en cuanto a horario.
DISCUSIÓN
Se observa una considerable mayor ocurrencia de los mismos en las provincias del cuadrante nororiental de la Comunidad.
Si relacionamos el número de siniestros con algunas variables, vemos que hay gran correlación entre siniestros y superficie forestal provincial, y entre accidentes y densidad de vehículos (excluyendo vías valladas).
Partiendo de la base de que parece haber una relación cierta entre la superficie forestal y el número de siniestros, se han analizado muchos puntos negros en los que periódicamente tienen lugar buena parte de los siniestros en la región y se han obtenido conclusiones interesantes, aunque en muchos casos esperadas. Aquellas zonas en las que la carretera no está vallada, ésta atraviesa una zona forestal y la misma tiene largas rectas, es el prototipo de punto negro. Hemos visto que si solo se cumplen dos de las tres premisas el riesgo de accidente disminuye considerablemente.
Si la comarca no es llana, aquellos barrancos, regatos o arroyos que cortan la vía de comunicación, áreas que suelen tener buena cobertura vegetal, suelen ser la vía de paso de buena parte de los ungulados que la cruzan.
Por otra parte, en ocasiones la vía de comunicación delimita dos hábitats diferentes entre los que deambulan continuamente los animales de caza mayor. Si la vía separa, por ejemplo, zonas de bosque (encames) y zonas de pastos (alimento), es segura la ocurrencia de siniestros. En otros casos la vía separa áreas húmedas y riberas, de otras zonas secas mas áridas. Es de esperar un trasiego de animales de unas zonas a otras en función de la estación.
Por último hay que tener en cuenta que las áreas de cultivo de riego (maíz especialmente) funcionan para el jabalí como un bosque, con lo que al buscar puntos negros y posibles soluciones hay que considerar ésta cuestión.
EXPERIENCIAS PARA SU MINIMIZACIÓN
En Castilla y León se han puesto en práctica algunas medidas tendentes a mitigar el problema de los siniestros, aunque con escasos resultados. Los cierres con malla metálica, los reflectores, las barreras de olor, la gestión cinegética adecuada y la información a los conductores, son algunas de las medidas llevadas a cabo.